Por Nicanor León Cotayo
El Departamento de Estado circuló el viernes último en Washington otro pestilente documento sobre la situación de los derechos humanos en Cuba.¿Quién le asignó la tarea? ¿Acaso la ONU? o incluso formalmente su carnal OEA? No, ellos mismos.
Les auxilió, entre otros, uno de sus apéndices que viste pantalones cortos y radica en Miami, el Nuevo Herald.De acuerdo a su texto, el año pasado resultó “pésima” la situación de tales derechos en Cuba.Para afirmarlo se basó en informaciones al respecto de una periodista del Herald, Nora Gámez Torres, la cual no probó ni una sola de sus aseveraciones.Ella no duda en elogiar a opositores alquilados que, como escribe, mantienen en alto la bandera de la oposición a un gobierno “obsoleto y represivo”.
Prosigue haciendo eco al Departamento de Estado cuando afirma que, para este, una de las principales violaciones a esos derechos en Cuba radica en que los ciudadanos están muy limitados para elegir a su gobierno.Dos ejemplos que le restan toda autoridad para escribir sobre la cuestión.
En sus más recientes elecciones generales (2000 y 2016) otorgaron la victoria a los candidatos presidenciales que menos votos populares obtuvieron y la derrota a los vencedores.Junto a ello ya resulta llover sobre mojado hablar en cuanto a los océanos de dinero que abiertamente compran esos espectáculos.
Sin argumentos serios, Gámez Torres dice que esta semana “el régimen” cubano negó la entrada en el país al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.
Todo el mundo sabe que se trata de una figura incluso muy cuestionada públicamente en su país, devenida bufón político del Departamento de Estado.Este le había ordenado recoger un premio a su labor por los derechos humanos con el nombre de un “disidente” que fabricaron en Washington.
La Habana no admitió ceder ante la burda jugarreta made in USA.Como parte del guión, Gámez Torres calificó de arbitrariedad lo sucedido.A lo dicho se sumó el flamante secretario de Estado, Rex Trillerson, quien afirmó que la reanudación de nexos diplomáticos bilaterales “no dio lugar a una concesión importante de La Habana en derechos humanos”.
Pero, agregó con el mismo tono colonialista:
Las negociaciones continúan abiertas y el presidente Donald Trump “puede utilizar su innegable habilidad negociadora para lograr los cambios en Cuba que Obama no consiguió”.
Aquí saltó de nuevo el intrincado asunto del muro de Trump en la frontera con Méjico.
El portal Miami-Diario publicó un escrito titulado ¿Quién construirá ese el Muro?
Recordó que Trump durante su cruzada electoral llegó a proclamar: "Nadie construye muros mejor que yo", “y lo construiré muy barato”.
A partir de este seis de marzo se abre la licitación, y las empresas interesadas pueden postularse en el sitio del Department of Homeland Security, (Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos).
El encargo de la obra se otorgará en abril y la fecha de vencimiento, al menos teóricamente, abarcará dos años.
Según palabras de Trump, pudiera elevarse entre diez y hasta 30 metros.
Miami-Diario comenta irónicamente, sólo una cosa se supone que está clara: "Será un muro, no una valla".
La cadena estadounidense CNN apuntó, sin más comentarios, que ya unas 300 empresas han mostrado interés en tomar parte en la subasta de la obra.
Eso sí, alerta Miami-Diario, la mayoría de las grandes compañías internacionales intenta desmarcarse del proyecto, asumiendo posiciones más o menos claras.
Su motivo no deja de resultar interesante y aleccionador, pues temen que una asociación con la política aislacionista de Trump, “dañe su imagen”.
Un ejemplo está en la corporación de Bernd Scheifele, cabeza de la firma alemana Heidelberg Cement.
Reportes de variados medios afirman que Scheifele habría afirmado, un día después de la elección de Trump, que su empresa "con fábricas de cemento en Texas y Arizona" estaría muy bien preparada para la construcción del muro.
Sin embargo, luego sus voceros aclararon que se trata de “declaraciones sacadas de contexto”.
Hasta el momento, sólo la empresa constructora alemana Hochtief no exhibe interés de meter sus manos en “el muro de Trump”.
Paradójicamente, la mejicana Cemex reacciona a la inversa. "Si alguien nos pide un presupuesto, lo haremos con gusto", declaró al periódico mejicano Reforma, Rogelio Zambrano, dirigente de esta productora de cemento.
Mal seleccionada la coyuntura para que en Washington hablaran sobre los derechos humanos en Cuba
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