A Twitter no le hacen falta 140 caracteres. Basta con
adentrarte en sus ojos oscuros cuando te miran fijo para leer volúmenes
completos de lealtad y ternura. Twitter es mi perro y comunica más que
cualquier red social.
En los últimos tiempos parece que se ha estudiado bastante
sobre estas divinas mascotas, al punto que investigadores escandinavos han
creado un dispositivo que permite traducir los ladridos en palabras.
Fuente:Radio Habana Cuba
Pero en lugar de señales eléctricas y una interfaz
computarizada, prefiero suponer que la comunicación entre esos animales y los
humanos va por canales misteriosos que no hace falta averiguar, porque funciona
muy bien, sobre todo cuando se sustenta en el cariño.
Y ese es el caso de la mayoría de los cubanos que tienen
perro, o cualquier otra mascota. En general, somos atentos y cuidadosos con
ellas.
La doctora veterinaria Isabel Moliner comparte ese criterio
y qué no habrá visto esta experimentada profesional en sus 34 años de
ejercicio.
Desde su puesto en el consultorio veterinario de Plaza, en
las calles Central y Tulipán, comenta que “los cubanos, por lo general,
queremos mucho a nuestras mascotas. Aquí, donde se atienden unos quinientos
animales al mes, el 70 por ciento canes, lo mismo vienen hombres que mujeres,
jóvenes, niños que ancianos. No se puede hacer distinción, pero sí te puedo
decir que los hombros son los más bobos, por decirlo de alguna manera, con sus
perritos”.
Esta reportera ha visto llorar inconsolablemente a un
hombrón de casi seis pies por su cachorrito enfermo –lágrimas y masculinidad no
están reñidas-, y también ha sido testigo de cómo una señora delgada y entrada
en años ha caminado cuadras con su perro pastor en brazos porque ningún carro
quiso acercarla a la clínica veterinaria.
Isabel Fernández Camejo, ama de casa de 63 años, bien sabe
de qué se habla aquí.
Cuando Cubasí visitó el consultorio veterinario de Plaza,
allí estaba ella con su Zuqui, un sato corpulento que se le había enfermado de
los riñones y cada día lo llevaba disciplinadamente a inyectar, sin importarle
soles o lluvias.
“A Zuqui me lo trajeron de la calle con dos meses de nacido.
Mi nuera lo recogió en un agro, estaba ahí bota’íto, ella se le quedó mirando y cuando fue a ver,
el perro se le había montado en el carro. Le quitamos cinco pulgas y una
garrapata, al otro día lo trajimos aquí a desparasitar, y a partir de ahí es la
mascota de mi vida. Se llama Zuqui, pero yo lo mismo le digo Macho, Tito, le
digo cualquier cosa y él me entiende clarito.”
¿Un favor se le hace a un perro?
Al pedirle opinión sobre esa socorrida frase del habla
popular para explicar ayudas o favores minimizando su importancia, esta capitalina pone cara de disgusto: “Yo no
estoy de acuerdo con esa manera de decir porque los perros no son la última
carta de la baraja ni mucho menos, nos dan muchas cosas buenas. En mi caso te
puedo decir que es un miembro más de la familia, solo le falta estar en la
libreta de abastecimiento.”
Las investigaciones más recientes avalan lo que asegura esta
cubana desde el centro de su amor. La Asociación Americana del Corazón ha
demostrado mediante estudios que los dueños de perros tienen menos riesgo de
sufrir enfermedades cardiovasculares. A ello se suma que al disfrutar con estas
u otras mascotas se libera oxitocina, conocida por algunos como la hormona de
la felicidad ya que se asocia al placer, disminuye los niveles de estrés y es
un antídoto contra la depresión.
La experta en comportamiento animal aplicado, investigadora
y profesora de la Universidad de Wisconsin, Patricia McConnell, asegura que las
personas con animales de compañía son menos propensas a los estados de
depresión y aislamiento, y más agradables, extrovertidas y menos neuróticas que
aquellas que no los tienen.
Un estudio finlandés confirmó que los bebés que conviven con
perros sufren un 30% menos de enfermedades respiratorias y un 50% menos de
infecciones de oído por contar con un sistema inmunitario más fuerte. Por su
parte, el Instituto Médico de Georgia cuando intentaba demostrar
experimentalmente que los niños que convivían con mascotas desarrollaban más
alergias chocó con el resultado contrario:
Los menores con perros o gatos sufrían un 50% menos de alergias y un 45%
menos de asma que aquellos que no tenían animales en casa.
Por su parte, la doctora Moliner recuerda a Cubasí lo
importantes que resultan las mascotas para el desarrollo de menores con
discapacidades, también para discapacitados en general, y pone un énfasis
significativo en lo que representan para muchos ancianos, sobre todo si viven
solos.
Mercy, con 78 años, integra ese doloroso batallón de
solitarios. Primero su hija y luego los dos nietos, decidieron radicar fuera de
la Isla; hoy esta anciana que tanta alegría y vida entregó comparte su hogar
vacío con dos gatos. “Me los traje para sentir la presencia de alguien en
casa”, explica con amarga sencillez.
Asombraría contabilizar la cantidad de personas de la
tercera edad que en la actualidad tienen por única compañía un animalito. Pero
no existe al respecto una estadística confiable y tampoco el pasado Censo de
Población y Vivienda registró las mascotas que vivían con las familias. La masa
de perros controlados en Cuba por clínicas veterinarias se estima en más de
1.958.000 y unos 50.000 gatos, según datos del Instituto Nacional de Medicina
Veterinaria.
Lo que parece innegable es que “la convivencia con animales
de compañía se ha ido incrementando en Cuba a partir de la década del 80, lo
cual ha adquirido una connotación social”. Así se afirma en el estudio
divulgado el pasado año Percepción de los beneficios de la tenencia de animales
de compañía en tres grupos poblacionales de la Habana, encabezado por la
doctora Beatriz Hugues, presidenta de la Sociedad Cubana de Clínica y Cirugía
Veterinaria del Consejo Científico Veterinario de Cuba.
La indagación constató las ventajas que poseer mascotas
aportaba a la salud psicoemocional y también física de los encuestados. En el
caso particular de las personas de más edad se comprobó que “la convivencia con
animales de compañía ayuda a elevar su calidad de vida, ya que por sus
requerimientos de amor y cuidados pasan a ocupar un papel central en sus
vidas.”
Problemas sin bozal
En mayo último se publicó en la prensa nacional que “Cuba
dispone de más de la mitad de los investigadores en salud animal del Caribe”,
pero, paradójicamente, este potencial científico, así como el conformado por la
cantidad de licenciados y técnicos medios en veterinaria con que contamos, no
guarda correspondencia con la calidad de la atención veterinaria que reciben
los llamados animales afectivos o de compañía.
La dificultad no está en el personal, que el próximo 24 de
marzo festejará su Día de la Medicina Veterinaria, sino en la carencia de
medicinas, medios diagnósticos y otros insumos, así como en la infraestructura
en general que acompaña a dicha atención. Quizás el trabajo cooperativo pudiera
insuflar oxígeno a esta necesaria vertiente de la medicina veterinaria, cuyo
mantenimiento, inmerso en la actual economía cubana, se le hace difícil al
Estado de manera centralizada.
Para ir capeando el temporal, algunos de estos profesionales
incursionan en la llamada medicina verde; la doctora Isabel Moliner, por
ejemplo, se ha especializado en la homeopatía y afirma utilizarla mucho con
buenos resultados.
Mientras las aguas cogen su nivel en ese pedacito de
realidad que son los consultorios y clínicas veterinarias para animales
afectivos, el asunto es sobre todo prevenir que se enfermen, desparasitarlos,
vacunarlos y, sobre todas las cosas, amarlos.
Porque como decía el columnista español y autor de una
profusa obra literaria, Arturo Pérez Reverte, “no hay nada en el mundo como
ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora
como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada
tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe
mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad
de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra.”
Así me lo asegura también mi Twitter cada amanecer y yo le
creo, aunque para hablarme no emplee ni uno solo de los 140 caracteres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario