La visita del presidente estadounidense, Barack Obama, a Cuba del 20 al 22 de marzo es una ocasión para pasar revista a lo que ambas naciones avanzaron y lo que queda pendiente en el camino hacia la normalización.
Para muchos expertos, su presencia en La Habana evidencia un paso adelante en los nexos entre los dos países -a pesar de las profundas diferencias que subsisten- y marca un hito histórico pues ningún gobernante norteamericano viene a la isla desde que lo hizo Calvin Coolidge en 1928.
Por Roberto García Hernández
La exclusión de Cuba en mayo de 2015 de la lista unilateral de países que según Washington patrocinan el terrorismo -donde nunca debió estar- así como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas el 20 de julio constituyeron avances concretos en la dinámica entre las dos naciones vecinas.
Entre los aspectos positivos se destacan en los últimos meses los encuentros del presidente cubano Raúl Castro con Obama en la Cumbre de las Américas en Panamá en abril, así como en Naciones Unidas en septiembre pasado.
Resaltan además los diálogos sobre aspectos pendientes en la agenda bilateral y la decisión de cooperar en áreas vitales para ambos países.
En ese contexto, se destacan también las medidas de los departamentos del Tesoro y Comercio que entraron en vigor el 27 de enero pasado, percibidas por especialistas como un paso en el sentido correcto, aunque se quedaron una vez más por debajo de lo esperado.
Estas regulaciones demuestran una vez más las facultades ejecutivas de Obama para eliminar el cuerpo principal del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
Tienen el fin expreso de "facilitar las exportaciones y flexibilizar los viajes a la isla", aunque sigue intacto el grueso de las medidas punitivas, en particular la prohibición a la isla caribeña de utilizar el dólar en las transacciones internacionales.
Estas y otras disposiciones similares emitidas en los últimos meses evidencian también uno de los objetivos fundamentales de la política actual del Gobierno de Estados Unidos hacia Cuba: cambiar mediante nuevos métodos el sistema político cubano.
Washington intenta así hacer lo que no pudo durante más de 50 años mediante una estrategia que el propio Obama reconoció como fracasada.
En fin, a pesar de que las medidas adoptadas por la Casa Blanca hasta ahora dejan intactos importantes obstáculos para las relaciones entre ambos países, sirven de acicate para quienes esperan que el jefe de la Casa Blanca utilice sus amplias atribuciones ejecutivas en este tema.
Esas prerrogativas permiten al gobernante, en los meses que le quedan en su cargo, vaciar en gran medida las sanciones contra la isla, aunque el cuerpo total del bloqueo solo puede eliminarlo el Congreso.
CUBA EN LA MIRA DEL SECTOR DE NEGOCIOS
En el contexto de la visita de Obama a la mayor de las Antillas, medios de prensa estadounidenses destacan que los sectores de negocios norteamericanos incrementaron sus acciones de cabildeo en el Capitolio.
Representantes de importantes compañías norteamericanas muestran un creciente optimismo sobre la posibilidad de que se eliminen las sanciones unilaterales, destacó un artículo publicado el 10 de marzo en el diario The Hill, especializado en temas legislativos.
Al respecto, el periódico cita al vicepresidente para las Américas de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Jodi Bond, quien asegura que apenas una minúscula porción de miembros del Congreso están en contra del fin de esas medidas coercitivas contra la nación caribeña.
La visita del jefe de la Casa Blanca a suelo cubano, la primera en casi 90 años, hace pensar a algunos especialistas que solo es una cuestión de tiempo el levantamiento del cerco comercial impuesto a la mayor de las Antillas, añade el artículo.
PERSECUCIÃ"N CONTRA LAS TRANSACCIONES FINANCIERAS
La determinación de Obama de dar un viraje a la política hacia la isla, contrasta con la persistencia de la persecución contra las transacciones financieras de Cuba a nivel global.
Un ejemplo en este sentido fue la multa que el Gobierno de la nación norteña impuso recientemente, por 304 mil 706 dólares a la compañía norteamericana Halliburton, dedicada a la prestación de servicios en yacimientos petroleros, por realizar negocios con la empresa cubana Cuba Petróleo (Cupet).
Desde el anuncio de su cambio de política hacia La Habana el 17 de diciembre de 2014, Washington impuso castigos similares a cinco entidades estadounidenses y tres de otros países por casi tres mil millones de dólares.
TEMA CUBA IRRUMPE EN CAMPAÑA PRESIDENCIAL
Por otra parte, el viaje de Obama a Cuba y su política hacia La Habana irrumpieron en los últimos días en la campaña electoral con vista a las presidenciales de noviembre.
Al respecto, las posiciones de los aspirantes a la Casa Blanca fluctúan desde el apoyo demócrata al levantamiento del bloqueo, hasta la intención republicana de revertir las medidas adoptadas por Obama hasta la fecha.
Durante un debate celebrado recientemente en Miami, Florida, entre los aspirantes del partido rojo Donald Trump, Marco Rubio, Ted Cruz y John Kasich, la política hacia Cuba ocupó una buena parte de las discusiones.
Los senadores Rubio y Cruz hicieron gala de su extremismo al rechazar de plano el cambio en el curso de las relaciones con la mayor de las Antillas, a pocos días de la próxima visita del jefe de la Casa Blanca a La Habana.
Rubio repitió sus conocidos criterios sobre la "necesidad" de cambiar el sistema político-social de la isla. Pero su posición, si bien atrae el voto de sectores de la ultraderecha, va contra la opinión de más de la mitad de los electores, quienes apoyan el acercamiento a la nación caribeña.
Por su parte, Trump, quien anteriormente apoyó la apertura con Cuba, intentó mantener una actitud más pragmática y aunque reconoció que "algo hay que hacer" tras el fracaso de la política de Washington contra la isla durante más de 50 años, achacó a Obama el logro de un acuerdo incompleto aún con la isla.
En contraste, los precandidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders coinciden en exigir el levantamiento del bloqueo y apoyan el nuevo curso que Obama imprimió a los nexos bilaterales, a pesar de que marcan sus diferencias políticas con el Gobierno cubano.
LA BASE NAVAL DE GUANTÁNAMO Y OTROS ESCOLLOS
Entretanto, la reciente presentación del plan de Obama para cerrar la cárcel que Estados Unidos mantiene en la base naval de Guantánamo, puso nuevamente sobre la mesa otro punto pendiente en las relaciones con la isla.
Dicha penitenciaría fue establecida en enero de 2002 por la administración de George W. Bush en dicho enclave militar, ubicado en suelo cubano contra la voluntad del pueblo y Gobierno del país antillano.
Las autoridades cubanas piden la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la instalación castrense, aunque voceros de la administración Obama reiteraron en meses recientes que este asunto no está en la agenda de discusión.
Para llegar a la normalización, La Habana también demanda el cese de las transmisiones ilegales, así como el abandono de los programas subversivos -aún vigentes, pero con nuevos métodos- que pretenden cambiar el sistema político social de la isla.
La parte cubana también reiteró desde el comienzo del llamado "deshielo" entre las dos naciones su disposición a abordar cualquier tema que Estados Unidos desee debatir y de hecho ya tuvieron lugar contactos regulares sobre derechos humanos y otros asuntos claves en la agenda bilateral.
Los dos países tienen pendiente discutir además sobre las reparaciones por los daños y perjuicios ocasionados a Cuba por las acciones hostiles de Washington contra la isla en más de medio siglo.
En correspondencia con ese espíritu negociador, el Gobierno cubano subrayó además su disposición a evaluar el asunto de las compensaciones que reclaman compañías estadounidenses nacionalizadas tras el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959.
En el contexto de los preparativos para la visita de Obama a la mayor de las Antillas, un editorial publicado recientemente por el diario Granma, Ã"rgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, reitera la plena disposición de la isla a mantener un diálogo respetuoso con el gobierno estadounidense.
El texto aclara que "convivir no significa tener que renunciar a las ideas en las cuales creemos y que nos han traído hasta aquí, a nuestro socialismo, a nuestra historia, a nuestra cultura".
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