por:Enrique Dámaso Rodríguez Betancourt
La población
etíope es mestiza/ cobriza y en su formación
prevalecen cruces entre etíopes, italianos y Asmara, una combinación
perfecta en cuanto a fisiología y color de la piel.
Algunos
datos de interés, en el año 2000, la mortalidad infantil era de 115 por cada
1000 nacidos vivos y la esperanza de vida al nacer es de 44,5 años de edad. La
población musulmana representa el 17 % del total de habitantes y la deuda
externa con el mundo desarrollado es nada menos que de 5481 millones de
dólares.
A los tres integrantes del contingente de la
agricultura, acabados de arribar a tierras etíopes, nos recogieron en el aeropuerto,
un representante de ese ministerio cubano, un funcionario de la embajada de
Cuba en ese país y la jefa de Cuba técnica, el organismo responsable de la
colaboración con Etiopía.
Atravesamos
toda la ciudad, muy bella por cierto, pero llena de contradicciones por doquier
y repleta de, lo que eran para mi mendigos, por su vestimenta y suciedad,
después supe que ese era el pueblo etiope, una raza sufrida, una población
empobrecida. En el recorrido, solo de
vez en cuando aparecían personas vestidas de traje y corbata, que de cierta
manera justificaban la temperatura ambiente, recuerden que era de 8 grados
celcius y un 30% de humedad relativa.
Nos detuvimos
por un instante frente al palacio de gobierno, ahora devenido en museo, otrora
aposento de el emperador etiope Hallie Selasie, dicen que sus paredes están enchapadas en oro de adorno. Cruzamos el
mercado, conocido también por Mercato, pude apreciar de todo y siempre me quedó
la sensación para toda la vida del olor raro, el que percibo todavía, luego de
tantos años de estancia en ese país. También sentí la impresión en ese lugar de
un ambiente oscuro, ennegrecido y muy sucio.
Luego
de unos 40 minutos de recorrido, llegamos a lo que sería mi ubicación para los
próximos 2 años, EL COMPAO, una comunidad en las afueras de la capital, con
techo de Zinc, paredes de bloque, en combinación con unas flameantes ventanas
de cristal con protección de aluminio para el sol, la cual subía o bajaba de
acuerdo al gusto de cada persona.
Todas
esas viviendas pertenecían al Ministerio de la Agricultura y en 2 de ellas
pernoctábamos cubanos. En cada casa nos acompañaban 3 empleados, los que
recibían un salario muy bajo por cierto, por el gobierno etiope. Recuerdo en la
que yo vivía a la mamita Asakarech, que era la encargada de preparar los
alimentos y al mismo tiempo se desempeñaba como jefa de grupo, pues dominaba a
la perfección el idioma español.
Su
apellido era Eguigo, tenía un cuerpo pequeño, bien definido en todas sus
partes, repleta en sus carnes de un color cartucho, muy apetitosa, joven
además, no era muy bonita, pero dueña de un pelo, el cual se cuidaba con esmero
y por las noches se aplicaba unos emplastes de mantequilla con heces fecales de
bovino, lo que hacia una o dos veces a la semana INCREIBLE ¿Qué dirían las grandes trasnacionales de la
belleza y de los cosméticos?
Y les
digo que tremendo efecto tenía ese
tratamiento para el pelo, pues luego de ese procedimiento su cabello era mucho
mas sedoso, brillante y extendido. ¡ QUE SACRIFICIO! La otra mamita, de mayor
edad, parecía que tenía 70 años y solo cumplió por esos días 45, la llamaban
Assajai, palabra que significaba sol, muy lejos estaba de parecer al astro rey,
pues era de un color negro intenso, al parecer de procedencia somalí, encorvada
y al caminar arrastraba los pies, era la encargada de lavarnos y planchar la
ropa, además de limpiar la casa.
Algo
que nunca nos perdonó, un día compré manteca de cerdo, y como ella no había
llegado, la freí en los calderos donde ella cocinaban gran error, cuando llegó
me dijo….Riqui, que así me decía ….¿Que es?....contesté es grasa de cerdo…. y
nunca mas vimos los calderos ….. Yo no sabía que ella era musulmana…..
Por
otra parte, no puedo dejar de reconocer que cocinaba bien y muy parecida a la
culinaria cubana, después me enteré que fue entrenada en la embajada de Cuba,
para cocinar para los cubanos.
Otra
anécdota, esta vez del Asia lejana, en la casa había un perro de la raza Pastor
Alemán, que tenía la misión de cuidar la misma y además intercambiábamos juegos
con él. Cierto día llegó un contingente de
chinos que venían a montar una fábrica de algodón, un mal día desapareció
NEGRITO, que así se llamaba el can. LA MAMITA me dijo….Riqui…CHAINÌ NEGRITO
MANLLARE INDESÌ., o sea que los chinos se comieron al perro.
El
tercer empleado, el papito, único hombre entre ellos, Aliè, jamás supe su apellido, aunque me parecía que
no tenía, era el encargado de la puerta de salida y de hacer la guardia por las
noches, simplemente era el custodio. Se notaba una persona muy consumida por la
vida, representaba 80 años de edad, después descubrí que tenía 60. También se desempeñaba como jardinero, además
de hacer cualquier mandado que se le ordenase, muy dispuesto para todo. Quiero
aclarar que estos dos últimos empleados no hablaban el español, la traductora
era Asekenech. El papito, muy agradecido, siempre con la cabeza baja, me
recordaba a los asiáticos, nunca dijo estar enfermo, no se quejaba de nada,
cuando el jepp que yo conducía doblaba la esquina, ya la puerta estaba abierta
y él en la misma, saludando.
Algo
que no había comentado, la casa estaba rodeada de una cerca de piedra, la que
tenían todas las construcciones, era lo primero que hacían para delimitar los
espacios particulares, y las piedras se moldeaban a mano, con herramientas y
las convertían en flamantes bloques.
5/ LA ESTANCIA. LA
ADAPTACIÒN
Mi
primer día de trabajo en tierras etíopes, estuvo relacionado con la visita al
Ministerio de la Agricultura , lugar que se convertiría posteriormente, en mi
oficina durante los dos venideros años. Conocí a quienes serían mis compañeros de
trabajo por la parte cubana, Horacio, el jefe de contingente, Marta, su
secretaria y al mismo tiempo su esposa. César el Ingeniero Pecuario, un
camagüeyano que atendía la parte de crianza animal, aunque tenía un solo
colaborador para atender. También estaba cumpliendo misiones Teresita Blanco,
una ingeniera que se desempeñaba como asesora en Genética Bovina y se
encontraba con su esposo, Nelson, de igual función, aunque solo le quedaban
tres meses para terminar su misión, en ese hermano país, conmigo se completaba
el equipo de la Agricultura.
Les
cuento el primer encontronazo con la parte etiope, ellos son personas muy flemáticas,
lentas en su pensar y actuar y para dar respuesta a cualquier asunto, respondían
con una palabra mágica BOJALA, que significaba: DESPUES, MAS TARDE, LUEGO, pero
que esas palabras no tenían límite de tiempo, se podía convertir en un minuto,
horas después que la utilizaran. Luego de ser impuesto en mi cargo como jefe de
los servicios veterinarios de la parte cubana, entré al Ministerio de la
Agricultura un lunes con unos deseos inmensos de conocer la realidad sanitaria
de ese país para enrumbar las actividades de experto en la ayuda solitaria.
Estando revisando la documentación de años
anteriores para conocer lo que debía hacer…… Me dijo el jefe del contingente… ……”Debemos
irnos pues cerrarán las oficinas, comienzan cinco días de HOLLYDAY….(son días
feriados que celebran ellos cada cierto tiempo, tiene mucho que ver con la
cultura musulmana)…..Nunca lo entendí …. Pero bueno, había que irse para las
casas….Inmediatamente comencé a recoger la documentación, con tremendo entusiasmo
para revisarla durante estos días feriados, cuando Teresita Planas, una colega,
llegó a ser, años más tarde en Cuba,
Presidente de la Asociación de Producción Animal (ACPA) me dijo….¿Para donde vas con esos papeles? Le
contesté de .lo que pretendía hacer y me contestó …..¿ Y después , en los
próximos dos años ¿Qué vas a hacer?.....Y tenía tremenda razón. Durante el
tiempo que duró la misión, esos
documentos los leí más de 5 veces, me los aprendí de memoria.
Aprovecho
para describir el edificio del Ministerio del Agricultura, aquì se rige la
actividad productiva del país en materia de esa rama. La edificación en aquella época representaba una estructura
moderna de 8 pisos de altos, de los cuales 3 de ellos están bajo tierra, lo que
permitía que el Ministro de esa rama, llegara hasta la puerta de su oficina, en
un quinto piso, desde la calle, ¡en su
propio carro!
Luego de varios días de gestiones para
extraer la dieta y la gasolina para el viaje a otras provincias del país, logré
enrolarme en un recorrido para el control del trabajo realizado por los
colaboradores cubanos que se encontraban bajo mis órdenes.
Así transcurrió mi
primer año en ese hermano país, cumpliendo misiones acorde a mi especialidad
pero también insertándome en el mundo cultural, pues me seleccionaron para ser
activista de los actos políticos y recreacionales, una diligencia que desarrollé
hasta el final de la misión y que me ayudó a tolerar aquel tiempo de poca labor
profesional por la lejanía de los lugares que tenía que visitar.
Durante mi estancia
en Etiopía pude conocer provincias como Sidamo y Soddo ubicadas algo cerca de
la capital pero que su trayecto se hacia un poco mas difícil por lo
intransitable de la ruta en algunos casos, allí tenia colaboradores cubanos,
Médicos veterinarios e ingenieros pecuarios a los que tenía que asesorar y
orientar de acuerdo a los planes de colaboración establecido entre ambos
países.
La estancia en esos
lugares estaba acorde a las actividades a desarrollar, de esa manera el viaje
en cuestión duraba entre seis o siete , por el trayecto pude disfrutaba de la
belleza de la flora y la fauna, dicho sea de paso, muy cuidada por los nativos,
a ellos no se le ocurría agredir a algún
animal y mucho menos afectar la flora
etíope muy exquisita en diversidad de colores y matices lo que hacia mas
agradable el recorrido.
Muchas cuestiones
llamaron de forma poderosa mi atención en esos viajes, unos frondosos arboles
que prevalecían en todo el trayecto muy semejantes al marabú de Cuba (planta dañina
que afecta nuestros campos). En cierta ocasión detuve el jeep para observarla
de cerca, cual no sería mi asombro al constatar que efectivamente era marabú
que en África alcanza gran altura y puede dar sombra a decenas de animales.
También
tengo como una vivencia imborrable, el hecho de ver de forma permanente en las
tierras alrededor de las carreteras que transitaba, cientos de niños, descalzos,
a veces medio desnudos, sin ir a la Escuela, buscando el sustento del hogar
pastoreando bovinos, ovinos o caprinos, ¡como
recordé a Alexei y Anaysi!, mis hijos en
Cuba, con derecho a la educación y la salud gratuita y estos pequeños
etíopes siendo merced del tiempo y de
los depredadores.
Luego
de dos años en tierras etíopes pensé que ya todo lo había visto o vivido, que
equivocado estaba, tengo evocaciones de los mercados tanto industriales como de
comestibles. La mayoría de la venta de los mercados pertenecía a particulares y en ellos se veía de todo en
materia de ropa o de alimentos.
Una
buena parte de estas mercancías llegaban a Addis Abeba procedente de Somalia de
la zona del puerto de ……… por el que entraba el contrabando de estos productos
con precios baratos y asequibles principalmente para los que devengábamos algún
salario.
Estas
mercancías se ubicaban en un lugar conocido por El Hueco, que no hacia gala de
su nombre, porque estaba situado en una colina en las afueras de la capital del
país. En este lugar comenzaba la venta en horas temprana de la mañana y para la
compra usted se ponía de acuerdo con el vendedor en cuanto al precio, de
entrada ellos pedían por cualquier cosa una suma considerable y allí empezaba
un sistema de marquetig denominado Macharacha
(regateo).
Por
ejemplo el regateo comenzaba con cifras de CIEN Birr moneda nacional y cuando
el regateo fructificaba usted se podía llevar a su hogar un producto por una
cifra de dos Birr (moneda nacional) También le digo que había lugares lujosos y de
precios inalcanzables para los pobres, en cuanto a los alimentos una bola de
helado en el African Hotel tenía un valor aproximado de DIEZ dólares
estadounidenses. Se imaginarán cuantos helados ingerí en mi estancia allí.
Con
respecto a la situación del transito afloran a mi mente múltiples momentos que
yo ¿viví? (sufrí) durante mi estancia en esta geografía del mundo. En la
capital no había un semáforo, excepto en una rotonda que nada menos existían
allí ¡36 semáforos! ¡Increíble! Nunca
supe el objetivo de estos ordenadores del transito todos aglomerados en ese
lugar. Los cubanos bautizamos este lugar como la esquina de los 36 semáforos.
En el
andar por calles y carreteras habían dos elementos que no podían faltar en un
vehículo terrestre, la bocina y los frenos. Pues los Etíopes (me refiero a los
de a pie) caminaban por estos lugares con sus problemas en la mente y en
cualquier momento se lanzaban delante de los
carros .También en las carreteras de pronto cruzaban de un lugar a otro
sin previo aviso, cuando le pregunte a un amigo etíope me dijo….”es una
creencia popular que si logra pasar sin que lo atropelle el vehículo durará
CIEN años. ¡Asombroso!
En cierta
ocasión fui a esperar a un colega local que venia de una provincia lejana,
Bajar dar, distante unos seiscientos kilómetros aproximadamente de Addis Abeba.
Luego que llegó el ómnibus a la improvisada estación en una plazoleta a la
intemperie, le pregunte a mi amigo donde estaban las maletas y me contestó….”
Que teníamos que ir a buscarlas por la mañana, `pues el chofer del ómnibus
había cumplido su jornada laboral. A partir de ese momento en mi mente se formó
un lema que aun conservo….” Lo que te digan que sucede en Etiopia, créelo…..”
En los
recorridos por carreteras etíopes también descubrí otras cuestiones
interesantes referidas al transito de vehículos, circulando por la vía panamericana
que une a las provincias del norte, estuve detrás de un ómnibus alrededor de
diez minutos, que indicaba con el intermitente izquierdo, al percatarse el
traductor etíope de esta situación me dijo…”puedes adelantar, te lo dice el
chofer del ómnibus….”yo le conteste….”pero es la misma señal de que va a doblar
a la izquierda…me refutó….”tienes que interpretarlo….Me quedé perplejo.
En
aquella época por calles y carreteras de Etiopia circulaban unos ómnibus
donados por Italia, la marca Calabresse, que tenían una capacidad de ochenta o
noventa personas pero en cada uno viajaban alrededor de doscientas o
trescientas personas, créalo o no y encima del techo de las guaguas que iban
para las demás provincias , iban las maletas , personas además de carneros,
pollos y gallinas en grandes cantidades, les aseguro que nadie me lo dijo lo
tengo grabado en mi mente, pues forman parte de mis vivencias en ese país
africano.
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