por María Josefina Arce
Las bases militares extranjeras son un peligro para la paz y la seguridad internacionales, pero también una forma más solapada de dominación colonial, que contraviene los principios del Derecho Internacional.
Así lo refiere la resolución 1514 en su párrafo 6, que califica como incompatibles con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país.
En el mundo hay cientos de bases militares extranjeras, en su inmensa mayoría norteamericanas. Por decenas se cuentan en América Latina, declarada Zona de Paz en enero de 2014 en La Habana, durante la Segunda Cumbre de la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Contraviniendo esa declaración Estados Unidos mantiene en la región esos enclaves que amenazan la estabilidad y seguridad de las naciones del área, sobre todo de aquellas con gobiernos progresistas como Venezuela, y que contradicen el deseo de paz de los latinoamericanos expresado en la capital cubana.
Ese es el caso de las siete que se localizan en Colombia, entre las que destaca la de Tolemaida, en Tolima, que es el fuerte militar mas grande de Latinoamérica y tiene una importante fuerza de despliegue rápido.
Pero está claro que la región es una zona decisiva para Estados Unidos, no sólo por poseer valiosos recursos naturales renovables y no renovables como agua, petróleo, minerales estratégicos, biodiversidad y alimentos, entre otros, sino que muchos la califican como una plataforma fundamental para la proyección de poder de Washington.
Estas bases han servido a los intereses norteamericanos y han sido escenario de acciones contra gobiernos legítimos. Recuerden que en junio de 2009 cuando el golpe de estado contra el entonces presidente hondureño Manuel Zelaya, el avión en que era trasladado a Costa Rica hizo una escala en la base de Palmerola.
Estos enclaves son además centros de corrupción, de colonización cultural, de agresión a la soberanía e independencia de los Estados, y traen aparejados graves daños ecológicos que constituyen una violación de los esfuerzos de la humanidad para preservar la biodiversidad del planeta.
De ahí que en los primeros días de mayo 300 expertos de una veintena de naciones participarán en el Quinto Seminario Internacional de Paz y por la Abolición de las Bases Militares, que tendrá como sede a la oriental provincia de Guantánamo, donde en contra de la voluntad del gobierno y pueblos cubanos permanece enclavada una base naval de Estados Unidos.
La usurpación de una parte del territorio cubano es sin dudas, el botín de una guerra que Estados Unidos ni libró ni ganó a España en el siglo 19 y es, afirman los expertos, el precio de la amenaza y la coacción sobre un pueblo que después de tres décadas de lucha contra el colonialismo español, se vio compelido a entregar ese pedazo de su territorio, ante la amenaza de la no retirada de las tropas de ocupación norteamericanas.
El evento internacional, que tendrá lugar del cuatro al seis de mayo, incrementará las acciones por la paz universal, denunciará el aumento de las bases militares y las nuevas variantes de esta forma de colonización, al tiempo que apoyará la justa reclamación de Cuba de que le sea devuelto el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo, desde donde se han realizado acciones provocadores contra la revolución cubana, y que constituye una afrenta al pueblo cubano, a su soberanía e independencia.
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