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jueves, 20 de agosto de 2015

En el país de las paradojas, el candidato del espectáculo lidera las encuestas

El espectáculo mediático, bastante caro, por cierto, que constituyen las elecciones presidenciales en Estados Unidos es oportunidad para conocer el pensamiento grotesco, casi cavernario, de los sectores más conservadores de ese país, cuyos placeres intelectuales no suelen ir más allá de los “reality shows” televisivos.

El asunto viene a colación tras los resultados de recientes encuestas para conocer las preferencias acerca de los aspirantes a la candidatura a la casa blanca por el partido Republicano, donde hasta el momento el multimillonario Donald Trump marcha a la cabeza con más de 11 puntos sobre su más cercano seguidor, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush.

por Guillermo Alvarado


Estos datos tienen varias lecturas, y una de ellas es que a falta de más de un año para los comicios, los temas fundamentales no se han tocado y se gira aún en torno al espectáculo, de cuyas reglas Trump es un especialista porque, aparte de contar sus millones, se dedica a organizarlos en la televisión en sus variantes más rupestres.

Como todo empresario en la materia, conoce a su público y sabe que sus bravuconadas en materia de migración, el papel de las mujeres en la sociedad y su más reciente floritura, poner fin a la ciudadanía por nacimiento, entusiasman a las galerías, como las matanzas en la arena lo hacían con la plebe romana.

Otra cosa será cuando tenga que presentar un programa serio de gobierno que esté bajo el escrutinio de grupos especializados, no muy inclinados a la broma chabacana.

Por otra parte, hay que decir que las encuestas no son ciencia exacta sino una instantánea de la opinión de un grupo seleccionado de acuerdo con parámetros bien precisos. La misma pregunta podría tener distinta respuesta si se hace en otro momento, o a otro grupo. Dicho de otra manera, lo que reflejan son nada más que una tendencia.

Recordemos, por otra parte, que en ese país la denominada opinión pública no está fundamentada en sistemas de valores, conocimientos o reflexiones, sino en el papel y la influencia de la publicidad y los medios masivos de comunicación.

Por eso no tiene nada de extraordinario que un hombre acostumbrado a moverse en los escenarios, esté en estos momentos a la cabeza de los sondeos en el interior del conservador Partido Republicano.

En la medida que el aparato que en verdad dirige los destinos de esa nación vaya calentando motores, el panorama irá cambiando, si bien esta etapa inicial permite conocer cómo piensa un sector de esa población.

En realidad, nadie en su sano juicio apoyaría, por ejemplo, una deportación masiva de indocumentados, que dejaría sin mano de obra a los campos en varios estados y costaría entre 400 000 y 600 000 millones de dólares en los próximos 20 años.

Pero, Trump conoce muy bien cómo funcionan estas cosas, porque es un hombre del sistema, que lo ha enriquecido y lo mantiene en la cima, y no será precisamente él quien le caerá a golpes de hacha. Se trata, de momento, sólo de entretener a la gente y, ya que no parece dispuesto a darles pan, les dará, eso sí, mucho circo.

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