Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en la VII
Cumbre de las Américas, en Panamá, el 11 de abril de 2015.
Excelentísimo Señor Juan Carlos Varela, Presidente de la República
de Panamá:
Presidentas y Presidentes, Primeras y Primeros Ministros:
Distinguidos invitados:
Agradezco la solidaridad de todos los países de la América
Latina y el Caribe que hizo posible que Cuba participara en pie de igualdad en
este foro hemisférico, y al Presidente de la República de Panamá por la
invitación que tan amablemente nos cursara. Traigo un fraterno abrazo al pueblo
panameño y a los de todas las naciones aquí representadas.
Cuando los días 2 y 3 de diciembre de 2011 se creó la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en Caracas, se inauguró una nueva etapa
en la historia de Nuestra América, que hizo patente su bien ganado derecho a
vivir en paz y a desarrollarse como decidan libremente sus pueblos y se trazó
para el futuro un camino de desarrollo e
integración, basada en la cooperación, la solidaridad y la voluntad común de
preservar la independencia, soberanía e identidad.El ideal de Simón Bolívar de
crear una “gran Patria Americana” inspiró verdaderas epopeyas independentistas.
En 1800, se pensó en agregar a Cuba a la Unión del norte
como el límite sur del extenso imperio. En el siglo XIX, surgieron la Doctrina
del Destino Manifiesto con el propósito de dominar las Américas y al mundo, y
la idea de la Fruta Madura para la gravitación inevitable de Cuba hacia la
Unión norteamericana, que desdeñaba el nacimiento y desarrollo de un pensamiento
propio y emancipador.Después, mediante guerras, conquistas e intervenciones,
esta fuerza expansionista y hegemónica despojó de territorios a Nuestra América
y se extendió hasta el Río Bravo.
Luego de largas luchas que se frustraron, José Martí
organizó la “guerra necesaria” y creó el Partido Revolucionario Cubano para
conducirla y fundar una República “con todos y para el bien de todos” que se
propuso alcanzar “la dignidad plena del hombre”.
Al definir con certeza y anticipación los rasgos de su
época, Martí se consagra al deber “de impedir a tiempo con la independencia de
Cuba que se extiendan por las Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa
fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.
Nuestra América es para él la del criollo, del indio, la del
negro y del mulato, la América mestiza y trabajadora que tenía que hacer causa
común con los oprimidos y saqueados. Ahora, más allá de la geografía, este es
un ideal que comienza a hacerse realidad.
Hace 117 años, el 11 de abril de 1898, el entonces
Presidente de los Estados Unidos solicitó al Congreso autorización para
intervenir militarmente en la guerra de independencia, ya ganada con ríos de
sangre cubana, y este emitió su engañosa Resolución Conjunta, que reconocía la
independencia de la isla “de hecho y de derecho”. Entraron como aliados y se
apoderaron del país como ocupantes.
Se impuso a Cuba un apéndice a su Constitución, la Enmienda
Platt, que la despojó de su soberanía,
autorizaba al poderoso vecino a intervenir en los asuntos internos y dio origen
a la Base Naval de Guantánamo, la cual todavía usurpa parte de nuestro
territorio. En ese periodo, se incrementó la invasión del capital norteño, hubo
dos intervenciones militares y el apoyo a crueles dictaduras.
Predominó hacia América Latina la “política de las
cañoneras” y luego del “Buen Vecino”. Sucesivas intervenciones derrocaron
gobiernos democráticos e instalaron terribles dictaduras en 20 países, 12 de
ellas de forma simultánea, fundamentalmente en
Sudámerica. que asesinaron a cientos de miles de personas. El Presidente
Salvador Allende nos legó un ejemplo imperecedero.
Hace exactamente 13 años, se produjo el golpe de estado
contra el entrañable Presidente Hugo Chávez Frías que el pueblo derrotó.
Después, vino el golpe petrolero.
El 1ro de enero de 1959, 60 años después de la entrada de
los soldados norteamericanos en La Habana, triunfó la Revolución cubana y el
Ejército Rebelde comandado por Fidel Castro Ruz llegó a la capital.
El 6 de abril de 1960, apenas un año después del triunfo, el
subsecretario de estado Léster Mallory escribió en un perverso memorando,
desclasificado decenas de años después, que “la mayoría de los cubanos apoya a
Castro… No hay una oposición política efectiva. El único medio previsible para
restarle apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la
insatisfacción y las penurias económicas (…) debilitar la vida económica (…) y
privar a Cuba de dinero y suministros con el fin de reducir los salarios
nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del
gobierno”.
Hemos soportado grandes penurias. El 77% de la población
cubana nació bajo los rigores que impone el bloqueo. Pero nuestras convicciones
patrióticas prevalecieron. La agresión aumentó la resistencia y aceleró el
proceso revolucionario. Aquí estamos con la frente en alto y la dignidad
intacta.
Cuando ya habíamos proclamado el socialismo y el pueblo
había combatido en Playa Girón para defenderlo, el Presidente Kennedy fue
asesinado precisamente en el momento en que el líder de la Revolución cubana
Fidel Castro recibía un mensaje suyo buscando iniciar el diálogo.
Después de la Alianza para el Progreso y de haber pagado
varias veces la deuda externa sin evitar que esta se siga multiplicando, se nos
impuso un neoliberalismo salvaje y globalizador, como expresión del
imperialismo en esta época, que dejó una década perdida en la región.
La propuesta entonces de una “asociación hemisférica madura”
resultó el intento de imponernos el Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), asociado al surgimiento de estas Cumbres, que hubiera destruido la
economía, la soberanía y el destino común de nuestras naciones, si no se le hubiera hecho naufragar en el
2005, en Mar del Plata, bajo el liderazgo de los Presidentes Chávez, Kirchner y
Lula. Un año antes, Chávez y Fidel habían hecho nacer la Alternativa
Bolivariana, hoy Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América.
Excelencias:
Hemos expresado y le reitero ahora al Presidente Barack
Obama nuestra disposición al diálogo respetuoso y a la convivencia civilizada
entre ambos Estados dentro de nuestras profundas diferencias.
Aprecio como un paso positivo su reciente declaración de que
decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista de países
patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió estar.
Hasta hoy, el bloqueo económico, comercial y financiero se
aplica en toda su intensidad contra la isla, provoca daños y carencias al
pueblo y es el obstáculo esencial al desarrollo de nuestra economía. Constituye
una violación del Derecho Internacional y su alcance extraterritorial afecta
los intereses de todos los Estados.
Hemos expresado públicamente al Presidente Obama, quien
también nació bajo la política de bloqueo a Cuba y al ser electo la heredó de
10 Presidentes, nuestro reconocimiento por su valiente decisión de involucrarse
en un debate con el Congreso de su país para ponerle fin.
Este y otros elementos deberán ser resueltos en el proceso
hacia la futura normalización de las relaciones bilaterales.
Por nuestra parte, continuaremos enfrascados en el proceso
de actualización del modelo económico cubano con el objetivo de perfeccionar
nuestro socialismo, avanzar hacia el desarrollo y consolidar los logros de una
Revolución que se ha propuesto “conquistar toda la justicia”.
Estimados colegas:
Venezuela no es ni puede ser una amenaza a la seguridad
nacional de una superpotencia como los Estados Unidos. Es positivo que el
Presidente norteamericano lo haya reconocido.
Debo reafirmar todo nuestro apoyo, de manera resuelta y
leal, a la hermana República Bolivariana de Venezuela, al gobierno legítimo y a
la unión cívico-militar que encabeza el Presidente Nicolás Maduro, al pueblo
bolivariano y chavista que lucha por seguir su propio camino y enfrenta
intentos de desestabilización y sanciones unilaterales que reclamamos sean
levantadas, que la Orden Ejecutiva sea derogada, lo que sería apreciado por
nuestra Comunidad como una contribución al diálogo y al entendimiento
hemisférico.
Mantendremos nuestro aliento a los esfuerzos de la República Argentina para recuperar las
Islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur, y continuaremos
respaldando su legítima lucha en defensa de
soberanía financiera.
Seguiremos apoyando las acciones de la República del Ecuador
frente a las empresas transnacionales que provocan daños ecológicos a su
territorio y pretenden imponerle condiciones abusivas.
Deseo reconocer la contribución de Brasil, y de la
Presidenta Dilma Rousseff, al fortalecimiento de la integración regional y al
desarrollo de políticas sociales que trajeron avances y beneficios a amplios
sectores populares las cuales, dentro de la ofensiva contra diversos gobiernos
de izquierda de la región, se pretende revertir.
Será invariable nuestro apoyo al pueblo latinoamericano y
caribeño de Puerto Rico en su empeño por alcanzar la autodeterminación e
independencia, como ha dictaminado decenas de veces el Comité de Descolonización
de las Naciones Unidas.También continuaremos nuestra contribución al proceso de
paz en Colombia.
Debiéramos todos multiplicar la ayuda a Haití, no sólo
mediante asistencia humanitaria, sino con recursos que le permitan su
desarrollo, y apoyar que los países del Caribe reciban un trato justo y
diferenciado en sus relaciones económicas, y reparaciones por los daños
provocados por la esclavitud y el colonialismo.
Vivimos bajo la
amenaza de enormes arsenales nucleares que debieran eliminarse y del cambio
climático que nos deja sin tiempo. Se incrementan las amenazas a la paz y
proliferan los conflictos.
Como expresó entonces el Presidente Fidel Castro, “las
causas fundamentales están en la pobreza y el subdesarrollo, y en la desigual
distribución de las riquezas y los conocimientos que impera en el mundo. No
puede olvidarse que el subdesarrollo y la pobreza actuales son consecuencia de
la conquista, la colonización, la esclavización y el saqueo de la mayor parte
de la Tierra por las potencias coloniales, el surgimiento del imperialismo y
las guerras sangrientas por nuevos repartos del mundo. La humanidad debe tomar
conciencia de lo que hemos sido y de lo que no podemos seguir siendo.
Hoy nuestra especie ha adquirido conocimientos, valores
éticos y recursos científicos suficientes para marchar hacia una etapa
histórica de verdadera justicia y humanismo. Nada de lo que existe hoy en el
orden económico y político sirve a los intereses de la humanidad. No puede
sostenerse. Hay que cambiarlo”, concluyó Fidel.
Cuba seguirá defendiendo las ideas por las que nuestro
pueblo ha asumido los mayores sacrificios y riesgos y luchado, junto a los
pobres, los enfermos sin atención médica, los desempleados, los niños y niñas
abandonados a su suerte u obligados a trabajar o a prostituirse, los
hambrientos, los discriminados, los
oprimidos y los explotados que constituyen la inmensa mayoría de la población
mundial.
La especulación financiera, los privilegios de Bretton Woods
y la remoción unilateral de la convertibilidad en oro del dólar son cada vez
más asfixiantes. Requerimos un sistema financiero transparente y equitativo.
No puede aceptarse que menos de una decena de emporios,
principalmente norteamericanos, determinen lo que se lee, ve o escucha en el
planeta. Internet debe tener una gobernanza internacional, democrática y
participativa, en especial en la generación de contenidos. Es inaceptable la
militarización del ciberespacio y el empleo encubierto e ilegal de sistemas
informáticos para agredir a otros Estados. No dejaremos que se nos deslumbre ni
colonice otra vez.
Señor Presidente:
Las relaciones hemisféricas, en mi opinión, han de cambiar
profundamente, en particular en los ámbitos político, económico y cultural;
para que, basadas en el Derecho Internacional y en el ejercicio de la
autodeterminación y la igualdad soberana, se centren en el desarrollo de
vínculos mutuamente provechosos y en la cooperación para servir a los intereses
de todas nuestras naciones y a los objetivos que se proclaman.
La aprobación, en enero del 2014, en la Segunda Cumbre de la
CELAC, en La Habana, de la Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona
de Paz, constituyó un trascendente aporte en ese propósito, marcado por la
unidad latinoamericana y caribeña en su diversidad.
Lo demuestra el hecho
de que avanzamos hacia procesos de integración genuinamente latinoamericanos y
caribeños a través de la CELAC, UNASUR,
CARICOM, MERCOSUR, ALBA-TCP, el SICA y la AEC, que subrayan la creciente
conciencia sobre la necesidad de unirnos para garantizar nuestro desarrollo.
Dicha Proclama nos compromete a que “las diferencias entre
las naciones se resuelvan de forma pacífica, por la vía del diálogo y la
negociación u otras formas de solución, y en plena consonancia con el Derecho
Internacional”.Vivir en paz, cooperando unos con otros para enfrentar los retos
y solucionar los problemas que, en fin de cuentas, nos afectan y afectarán a
todos, es hoy una necesidad imperiosa.
Debe respetarse, como reza la Proclama de la América Latina
y el Caribe como Zona de Paz, “el derecho inalienable de todo Estado a elegir
su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para
asegurar la convivencia pacífica entre las naciones”.
Con ella, nos comprometimos a cumplir nuestra “obligación de
no intervenir directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier
otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, igualdad de
derechos y la libre determinación de los pueblos”, y a respetar “los principios
y normas del Derecho Internacional (…) y los principios y propósitos de la
Carta de las Naciones Unidas”.
Ese histórico documento insta “a todos los Estados miembros
de la Comunidad Internacional a respetar plenamente esta declaración en sus
relaciones con los Estados miembros de la CELAC”.
Tenemos ahora la oportunidad para que todos los que estamos
aquí aprendamos, como también expresa la Proclama, a “practicar la tolerancia y
convivir en paz como buenos vecinos”.
Existen discrepancias sustanciales, sí, pero también puntos
en común en los que podemos cooperar para que sea posible vivir en este mundo
lleno de amenazas a la paz y a la supervivencia humana.
¿Qué impide, a nivel hemisférico, cooperar para enfrentar el
cambio climático?
¿Por qué no podemos los países de las dos Américas luchar juntos
contra el terrorismo, el narcotráfico o el crimen organizado, sin posiciones
sesgadas políticamente?
¿Por qué no buscar, de conjunto, los recursos necesarios
para dotar al hemisferio de escuelas, hospitales, proporcionar empleo, avanzar
en la erradicación de la pobreza?
¿No se podría disminuir la inequidad en la distribución de
la riqueza, reducir la mortalidad infantil, eliminar el hambre, erradicar las
enfermedades prevenibles, acabar con el el analfabetismo?
El pasado año, establecimos cooperación hemisférica en el
enfrentamiento y prevención del ébola y los países de las dos Américas
trabajamos mancomunadamente, lo que debe servirnos de acicate para empeños
mayores.
Cuba, país pequeño y desprovisto de recursos naturales, que
se ha desenvuelto en un contexto sumamente hostil, ha podido alcanzar la plena
participación de sus ciudadanos en la vida política y social de la Nación; una
cobertura de educación y salud universales, de forma gratuita; un sistema de
seguridad social que garantiza que ningún cubano quede desamparado;
significativos progresos hacia la igualdad de oportunidades y en el enfrentamiento a toda forma de
discriminación; el pleno ejercicio de los derechos de la niñez y de la mujer;
el acceso al deporte y la cultura; el derecho a la vida y a la seguridad
ciudadana.
Pese a carencias y dificultades, seguimos la divisa de
compartir lo que tenemos. En la actualidad 65 mil cooperantes cubanos laboran
en 89 países, sobre todo en las esferas de la medicina y la educación. Se han
graduado en nuestra isla 68 mil profesionales y técnicos, de ellos, 30 mil de
la salud, de 157 países.
Si con muy escasos recursos, Cuba ha podido, ¿qué no podría
hacer el hemisferio con la voluntad política de aunar esfuerzos para contribuir
con los países más necesitados?
Gracias a Fidel y al
heroico pueblo cubano, hemos venido a esta Cumbre, a cumplir el mandato
de Martí con la libertad conquistada con nuestras propias manos, “orgullosos de
nuestra América, para servirla y honrarla… con la determinación y la capacidad
de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus
sacrificios”.
Muchas gracias.
Fuente:Cubadebate
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