Como se sabe, La Habana y Washington acordaron restablecer los nexos diplomáticos y están abiertas las embajadas en ambas capitales, pero quedan pendientes de resolverse importantes cuestiones antes de que estos vínculos puedan considerarse normales, de acuerdo a las normas vigentes en la comunidad internacional.por Guillermo Alvarado
Además del fin del brutal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto desde hace más de cinco décadas y el cese de los programas que intentan desestabilizar a la Revolución, entre ellos la transmisión ilegal de señales de radio y televisión, la devolución de la base usurpada hace más de un siglo en Guantánamo es vital.
Como señala la resolución de la CELAC, la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos contribuye a la estabilidad de toda la región.
Ello, sin embargo, será imposible mientras el país norteño no repare injusticias centenarias y se acoja a las normas civilizadas de convivencia entre los pueblos.
Recordemos que la CELAC se declaró una Zona de Paz durante su II Cumbre en La Habana, el 29 de enero de 2014.
En ese sentido la existencia de un enclave militar impuesto por la principal potencia del planeta en contra la voluntad de un pueblo y donde se practican las formas más deleznables de tortura y detención arbitraria, resulta totalmente contradictoria.
La base naval de Guantánamo surgió en 1903, no por un acuerdo bilateral como quieren hacer creer los Estados Unidos y sus cómplices, sino porque en ese momento Cuba sufría los efectos de una total injerencia en sus asuntos internos, había sido privada de su independencia conquistada en décadas de lucha y se le había aplicado la llamada “Enmienda Platt”, una aberración jurídica que daba derecho a Washington a intervenir en el mayor archipiélago del Caribe cuando le diera la gana.
Cuando triunfó la Revolución, el 1 de Enero de 1959, la base se convirtió en punto permanente de agresiones de todo tipo contra el pueblo cubano, pero la afrenta fue mayor luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando Estados Unidos decidió crear allí un campo de prisioneros que viola el derecho internacional y los mismos conceptos fundamentales de la justicia norteamericana.
Los detenidos allí fueron capturados, o secuestrados, en países remotos, mantenidos en cárceles secretas y luego trasladados en vuelos clandestinos con el apoyo de varios países europeos. Contra ellos está legalmente autorizado el uso de la tortura y otros vejamenes.
En una Zona de Paz, como la CELAC, esa base es una ofensa; para el pueblo de Cuba representa un insulto de más de un siglo de duración; y para el sentido común significa un absurdo que debe terminar de inmediato. La base tiene que cerrar y su territorio retornar a sus legítimos dueños.
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