El área de la Bahía de San Francisco, y sobre todo el
llamado Silicon Valley, sede de muchas de las mayores corporaciones de la
industria de Internet y las nuevas tecnologías, es un paraíso para algunos, y
un purgatorio para otros. Sobre todo por el astronómico costo de la vivienda en
el área y las pocas oportunidades de conseguirla a precios asequibles para
quienes no tienen ingresos mayores.
Es el caso de Nicole Jones, una joven madre soltera que vive
con su bebé de 18 meses en el garaje de una casa suburbana en San Mateo,
espacio por el que paga 1,000 dólares al mes, según el relato de la televisora
CNN.
Fuente:Radio Habana Cuba
El garaje convertido en estudio no es más grande que el
espacio necesario para acomodar un automóvil, pero en él Jones cuenta con un
sofá cama plegable, un pequeño baño con inodoro y ducha, una televisión, un
horno de microondas y un armario para ropa. No es mucho, pero es todo lo que
puede costearse y en cierto modo ella podría considerarse afortunada, pues tras
perder su empleo luego de quedar embarazada no pudo pagar su anterior vivienda
y tuvo que refugiarse en un albergue hasta que las cosas mejoraron mínimamente
y pudo encontrar su peculiar habitación actual.
Pero salvo que ella opte por irse de la ciudad y buscar la
vida en otra parte –algo que muchos han preferido ya en el área de la Bahía de
San Francisco- no le quedan muchas opciones, pues la renta promedio de un
apartamento de dos habitaciones en el área de San Mateo supera los 2,500
dólares al mes, y sigue creciendo, como indica el periódico San José-Mercury
News.
Los alquileres en esa área han subido de modo vertiginoso en
fechas recientes. Por ejemplo, Araselis Marte, una madre con dos hijas, debió
en 2014 enfrentar la disyuntiva de pagar 77% más por el apartamento en el que había vivido por 9 años
o irse, de acuerdo a un reportaje del mencionado periódico. Y algunos, como
sería el caso del casero de Jones, no dejan títere con cabeza y extraen un
ingreso extra alquilando garajes y otros espacios que, en otro contexto,
resultarían inverosímiles.
Pese a todo, el tamaño, el costo y la configuración misma
del espacio en el que Jones habita parecen fuera de lugar. Por ejemplo, para
entrar y salir la madre soltera debe levantar y bajar toda la puerta del
garaje, como si fuera a meter allí un auto, y al hacerlo expone momentáneamente
a la intemperie todas sus pertenencias. ¿Qué hará durante momentos de calor, de
frío, de lluvia, de viento, cuando la niña sea un poco más grande y eche a correr…?
Pero no se trata de una escena surrealista: todo es
contundentemente real, y por ello es a la vez una solución y una situación
desesperada. Para Jones es eso o un albergue, al menos por ahora. Y eso que
ella no es en realidad una indigente según el concepto común: ella tiene
empleo, gana dinero, se esfuerza por salir adelante y aún así no puede pagar en
esa zona más allá de un garaje adaptado y vive en la incertidumbre de que en
cualquier momento puede perder su incipiente estabilidad.
¿Por qué la gente opta por quedarse en esas zonas de gran
atractivo nominal pero costos desbordados, como Silicon Valley, en vez de
buscar mejores oportunidades en otros estados? Muchos se niegan a ser
desarraigados por el impulso de la especulación inmobiliaria desenfrenada o
simplemente no están interesados en algo diferente y tienen la esperanza, en la
tierra de la fantasía tecnológica y los millones de las nuevas empresas de
internet, que el futuro será mejor.
Muchas serán las razones pero, finalmente, todos tienen
derecho a vivir en dónde deseen y a dónde los mueva su futuro, así sea dentro
de un garaje de 1,000 dólares al mes, y con la esperanza de, al menos, mantener
el statu quo.
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