Periodismo: Actividad
que consiste en recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar información
relativa a algo de la actualidad. Como disciplina se ubica en algunos países
dentro de la sociología y en otros entre las Ciencias de la comunicación, persigue
crear una metodología adecuada para poder presentar cualquier tipo de
información valiosa, ser objetivo, buscar fuentes seguras y por tanto
verificables para el lector.
Se ha extendido
gracias al crecimiento de la tecnología y el comercio, marcado por el
advenimiento de técnicas especializadas para recoger y diseminar información.
El periodista polaco Ryszard Kapuscinski, considerado uno de
los mejores reporteros del siglo XX, Premio Príncipe de Asturias de las
Comunicaciones y las Humanidades, dijo que el Periodismo estudia la Historia en
el momento mismo de su desarrollo.
Fuente:Cubahora
Su definición podría ser discutible, tal cual lo ha sido el
término de “Historia inmediata” defendido por el francés Jean Lacouture. Mas sí
es comprobable que entre periodismo e historia, entre periodistas e
historiadores, existen muchas confluencias, aunque no debemos distorsionar:
historia es historia y periodismo es periodismo; este tiene su función y
aquella, la suya.
Sin embargo, lo cierto es que no pocos periodistas han
devenido historiadores y, a la inversa: no pocos historiadores han devenido
periodistas, y que profesionales de una u otra disciplina las han simultaneado.
Reconocidos historiadores cubanos han tenido espacios fijos, o no fijos, en la
prensa. Raúl Cepero Bonilla (1920-1962), destacado economista, fundador del
Consejo Asesor del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba,
entre 1947 y 1959 publicó en el diario Prensa Libre cientos de trabajos
críticos. Colaboró en las revistas Carteles, Bohemia y Cuba Socialista.
Manuel Márquez Sterling (1872-1934), miembro de la Academia de la Historia, fue
jefe de redacción de El Mundo y fundó los rotativos Heraldo de Cuba y La
Nación. La firma de Emeterio Santovenia (1888-1968), quien fue presidente de la
Academia de la Historia de Cuba, se leía asiduamente en el periódico
Información, también con alguna regularidad en Diario de la Marina, El Fígaro,
Revista Bimestre Cubana, Revista Universidad de La Habana y Carteles.
En Carteles, de 1954 a 1959 escribió Oscar Pino Santos,
autor de obras como Cuba. Historia y Economía, más de 200 textos con un enfoque
marxista; y publicó en Hoy, Bohemia, Revolución y Granma. Otros dos nombres de
periodistas-historiadores, más cercanos en el tiempo, son Jorge Enrique Mendoza
y Carlos del Toro. Martí y Fidel han concedido relevancia a la prensa como
portadora de trascendentes materiales de connotación histórica.
Grandes reportajes periodísticos se han convertido en obras
de carácter histórico. Basten la alusión de tres: Diez días que estremecieron
al mundo, del periodista norteamericano John Reed, sobre la Revolución de
Octubre; A fin de cuentas, sobre el proceso de Nuremberg, del corresponsal de
Pravda Boris Polevói; y Todos los hombres del Presidente (escándalo de Watergate),
de los periodistas del Washingon Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, al margen
de la dosis de leyenda que conllevó.
Igualmente, historia y periodismo han compartido o se han
prestado géneros: la crónica, el ensayo, el testimonio. Fueron los historiadores
quienes “inventaron” la crónica y en época lejana los llamaron cronistas.
Recordemos al Inca Garcilazo de la Vega con sus célebres Comentarios Reales y
cómo a Alejandro Magno lo acompañaban sus cronistas. Luego, la historia
abandonó la narración sencilla y el periodismo se apropió de la crónica.
Muchas investigaciones históricas hacen uso de las fuentes
periódicas. Ilustro con estas dos: Luis Alberto Pérez Llody, en Rafael García
Bárcena: el sueño de la Gran Nación, (Editorial Oriente, Santiago de Cuba,
2007) reconstruye el secuestro de García Bárcena en 1952 y el proceso en abril
del año 53, a partir de lo publicado en Diario de la Marina, Alerta,
Información, Bohemia, El Crisol, Diario Nacional, Prensa Libre, El Mundo y
Carteles. Elena Alavez, en Eduardo Chibás: clarinada fecunda (Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2009), evidencia cómo El Crisol resulta muy útil
para estudiar el pensamiento de Eduardo Chibás, al citar sus discursos
reproducidos en ese periódico.
Por otra parte, trascendentales documentos históricos han
sido dados a conocer mediante la prensa. Una muestra es la difusión, a través
del periódico Revolución el 29 de octubre de 1962, de los Cinco Puntos en los
que el Comandante en Jefe Fidel Castro definía la posición de Cuba en torno a
la Crisis de Octubre (o de los misiles).
Mención especial merece la prensa local, por mostrar la vida
cotidiana del escenario al que está orientada, su progreso o dificultades;
detalles de una comunidad, de una región, de un municipio, inadvertidos o
minimizados por los medios de carácter nacional, y que al transcurrir los años,
cuando se quiera desentrañar el pasado de una porción de universo, devendrá
exponente de ese contexto y de informaciones no legadas por otras vías.
En el presente, aunque ya no es tan usual que los
historiadores dispongan de columnas o espacios sistemáticos en la prensa, como
ocurría otrora, sí en cada medio, periodistas y planas se ocupan de la
Historia. También cuentan con variados espacios para el tema, la televisión, las
emisoras radiales y los sitios web. Se han dedicado páginas enteras a
aniversarios como el 50 de Playa Girón, a lo largo de 2011, y el 50 de la
Crisis de Octubre durante 2012. Se divulgaron actividades como el Fórum de
Debates Históricos por los 60 años de los asaltos a los cuarteles Moncada y
Carlos Manuel de Céspedes.
En realidad, buena parte de los textos están vinculados a
aniversarios y principalmente a los que llamamos cerrados. Tampoco a los
historiadores se les publica con la asiduidad que quisieran y que, incluso, se
requiere para llegar a mayor número de receptores y de una manera convincente.
Sin embargo, debemos reconocer que, aunque no siempre con la frecuencia y la
calidad demandadas, la historia está presente en nuestros medios.
Se infiere, entonces, que la prensa tiene –y ha tenido en
distintas épocas– un inapreciable valor para el conocimiento histórico,
suministra insustituible información a historiadores en particular e
investigadores de las ciencias sociales en general porque, como apuntó
Kapuscinski, estudia la historia en el momento mismo de su desarrollo.
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