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sábado, 31 de enero de 2015

Radio y TV Martí: la total ineficacia

El proceso para la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados pasa, como aclarara el presidente Raúl Castro, por el fin del genocida bloqueo norteamericano, la devolución del territorio que Washington ocupa ilegalmente en Guantánamo, en el oriente cubano, y el cese de las agresiones radio-televisivas.
 

En los últimos días se ha intensificado el pedido de que se ponga fin a esas trasmisiones de las mal llamadas Radio y TV Martí, que deliberadamente mancillan el nombre del Héroe Nacional cubano, José Martí y que constituyen una violación del derecho internacional.
 

Fuente: Radio Habana Cuba
 


Es así que la congresista demócrata por Minnesota, Betty Mccollum, afirmó que las estaciones representan un método obsoleto en el nuevo contexto, iniciado el 17 de diciembre pasado, con los anuncios de una nueva política norteamericana hacia el archipiélago.
 

“Radio y TV Martí son artefactos anticuados de la guerra fría, apuntó Mccollum, quien presentó un anteproyecto de ley que busca eliminar el financiamiento de la Oficina de Transmisiones a Cuba, que administra a dichas estaciones.
Totalmente ineficaces han sido estas emisiones radiales y televisivas, que con el objetivo de influir en la sociedad cubana y desprestigiar su proceso político si han llevado a que muchos se embolsen grandes sumas de dinero.
 

Una realidad que admite el mismo Estados Unidos. Un informe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, redactado por miembros del Partido Demócrata y dado a conocer hace cinco años, confirmó que esas transmisiones no lograron su objetivo, pero si costaron al contribuyente norteamericano durante poco más de tres décadas unos 700 millones de dólares.
 

Otro documento desclasificado el pasado año reafirma las irregularidades financieras de estas estaciones. El informe, elaborado por la oficina del Inspector General de la Junta de Gobernadores para las Transmisiones de Estados Unidos y que revisó las cuentas de Radio y TV Martí, recomendó atención sobre ciertas transacciones encubiertas, al tiempo que detectó errores en los gastos por viajes y falta de control sobre el equipamiento tecnológico.
 

El hecho no resulta nada sorprendente. No es un misterio que mucho de ese dinero del contribuyente norteamericano va a parar a los bolsillos de directivos, congresistas y personeros de la mafia de Miami, empeñada en mantener una política agresiva contra el pueblo cubano.
 

Los motivos saltan a la vista. No se resignan a perder una vía de entrada de sustanciales recursos como lo constituyen Radio Martí, lanzada en 1983 y a la que siete años después seguiría TV Martí. Emitidas desde transmisores colocados en globos estratosféricos, aviones sobrevolando el mar cerca de Florida y emisoras privadas de ese estado, la realidad es que ambas no tienen resultados que mostrar en cuanto a subvertir el orden constitucional en Cuba y sí mucha corrupción, enriquecimiento y baja moral.
 

En el nuevo contexto se impone por tanto, poner fin a esas acciones, violatorias de los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas, del Derecho Internacional y, en particular, del Tratado Internacional de Telecomunicaciones y reglamentos relacionados con las transmisiones por el éter.

 

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