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jueves, 25 de agosto de 2016

La vida de los niños como el bien más preciado en Cuba

Por Lisandra Fariñas Acosta 
“Seguridad para las familias”, decía Fidel Castro al hablar de lo que representó para el pueblo cubano tener a su disposición, como parte del sistema nacional de salud, un centro de avanzada como el Cardiocentro Pediátrico Wi­lliam Soler, en La Habana.

Desde los primeros días de 1986 y hasta hoy, cuando esta institución —diseñada para brindar atención médica, intervencionista y quirúrgica mediante servicios de hospitalización y ambulatorios, así como servicios de investigación diagnóstica y rehabilitación in­tegral en los niños con enfermedades cardiovasculares y los adultos con cardiopatías congénitas— se apresta a cumplir, el próximo 26 de agosto, sus tres décadas de fundada, la historia le ha dado infinita razón.


Para el año 1982, antes de que Fidel inaugurara el Cardiocentro Pediátrico, rememora al periódico Granma la doctora Herminia Palenzuela López, coordinadora de la Red cardiopediátrica nacional y responsable del programa de calidad de esta institución hospitalaria, la mortalidad infantil era de 14 por cada mil nacidos vivos, de los cuales tres niños morían por cardiopatías congénitas.

“Hoy, cuando la mortalidad infantil se ha visto reducida a 4,4, el índice de mortalidad por cardiopatías congénitas es de 0,31 por cada mil nacidos vivos”, dijo.

Asimismo, puntualizó la profesora titular, desde su creación se han realizado en esta institución más de 9 000 operaciones cardiovasculares abiertas y cerradas, y la supervivencia que en un inicio ascendía a un 85,2 %, hoy se ha incrementado a un 92 %.

Por otra parte, ejemplificó la especialista, los cateterismos intervencionistas representan actualmente un 61 % de los que se realizan en la institución, y constituyen una técnica que ha suplantado la necesidad de tratamiento quirúrgico de varias afecciones.

Pero para el doctor Eugenio Selman-Hou­sein Sosa, director del Cardiocentro Pediátrico William Soler, uno de los principales valores que ha defendido la institución radica justamente en el Programa Nacional de Reha­bilitación Cardiovascular, “pues no velamos solo por salvarle la vida al paciente, sino que nos esforzamos por asegurarles una mejor calidad de vida y su incorporación útil a la sociedad”.

En ello, enfatizó, desempeña un papel de­cisivo el Centro de Rehabilitación Cardiaca Infantil, ad­junto al Cardiocentro Pediátrico.

El Cardiocentro es además rector de la Red Cardiopediátrica Nacional, una enorme fortaleza que a nivel de su provincia permite una atención especializada y remisión oportuna a cada niño o niña cubana que lo necesite, desde la etapa prenatal.

Con un colectivo experimentado, esta institución arriba a un nuevo aniversario con el compromiso de continuar esforzándose por seguir desarrollando nuevas tecnologías y ca­pacitando el personal necesario en todo el país.

Se trata de ofrecer la mayor tranquilidad y seguridad a la familia y al paciente. Se trata, simplemente, de que lo más valioso es la vida, y para conservarla bien valen estos 30 años de desvelos.


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