Los comicios se consideran muy importantes, tanto a nivel interno donde está en juego cuál será el modelo económico durante los próximos años, como en el ámbito regional, por el peso de la nación austral en el proceso de integración que se desarrolla en los últimos años.
por Guillermo Alvarado
Scioli representa la continuación de los programas sociales y económicos impulsados durante más de una década por Néstor Kirchner y su actual viuda, Cristina Fernández, quienes lograron contener los efectos devastadores de la crisis financiera de finales de los 90 del siglo pasado y mejoraron las condiciones de vida de buena parte de la población, sobre todo entre los más desamparados y vulnerables.
Recientemente el aspirante por el Frente para la Victoria anunció un programa de ocho medidas económicas, entre ellas las de mejorar los ingresos de los jubilados que cobran una pensión mínima, congelar los precios de algunos combustibles de uso popular, modificar el impuesto a las ganancias para hacerlo más equitativo y aumentar la recaudación fiscal en las provincias por medio de la denominada “alícuota de la soja”, un tributo cobrado a la exportación de este grano.
Muricio Macri, quien en la primera vuelta basó su contienda en el principio de “no prometer nada y no discutir nada”, recién comienza a delinear su proyecto en materia de economía y propuso una baja de impuestos que favorecería al sector empresarial, con el pretexto de propiciar así una mayor creación de empleos.
Este principio, que tiene su base en la doctrina neoliberal, ya fue experimentado sin éxito en otros países, como Francia, donde las jugosas exoneraciones fiscales a los patronos NO se tradujeron en una mejoría del mercado laboral, pero sí en un aumento de las ganancias corporativas.
El cambio que ofrece Macri es un abandono paulatino de las políticas sociales y económicas de los últimos gobiernos, así como de los novedosos mecanismos de integración regional, para acercar a Argentina a iniciativas lideradas por Estados Unidos, como el Tratado Transpacífico.
Para ello cuenta con el apoyo incondicional de los grandes medios de comunicación, tanto argentinos como de otros países, así como del poder del sector empresarial.
La apuesta está centrada en convencer a los más de siete millones de ciudadanos, que en la primera vuelta sufragaron por otros candidatos o se abstuvieron, para que el 22 de noviembre acudan a las urnas y decidan hacia uno u otro rumbo.
Según recientes análisis, Scioli requiere de tres millones 200 mil votos adicionales a los que consiguió el 25 de octubre, en tanto que Macri precisa de tres millones 800 mil para alcanzar la presidencia.
En una lucha tan cerrada, pocas firmas encuestadoras se atreven a hacer un pronóstico y habrá que esperar hasta el último día para conocer los resultados.
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