A medida que se acerca la Cumbre de la ONU sobre el clima, que tendrá como sede dentro de pocas semanas a la ciudad de París, surgen nuevos estudios de los graves efectos económicos y sociales en todo el mundo si los gobernantes, sobre todo los de los países más implicados en la contaminación ambiental, fracasan en su intento de mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados.
Un reciente estudio del Banco Mundial señaló que de continuar la tendencia actual, para el 2030, es decir apenas dentro de 15 años, habrá en todo el planeta 100 millones más de personas sumidas en la pobreza.
De acuerdo con la entidad, son los países en vías de desarrollo los más vulnerables ante las perturbaciones climáticas, porque en ellos la población sufre con frecuencia la pérdida total de sus escasos recursos.
Sequías extremas o tormentas severas dejan como secuela la destrucción de cosechas, el aumento de los precios de alimentos indispensables o favorecen la difusión de enfermedades, como la tifoidea, las diarreas o desnutrición.
El texto hace un llamado a los países ricos a incrementar su ayuda hacia esta región, así como asumir un compromiso real con la reducción de la emisión de gases contaminantes, pero también omite algunas consideraciones que resultan fundamentales para hacer un enfoque correcto de este problema, al cual no escapa ningún sector de la humanidad.
La primera de ellas es que si bien el cambio climático es un factor que incide en la pobreza,no es, ni mucho menos, el único, ni el más importante.
Lo que el mundo necesita en estos momentos es una nueva arquitectura económica, financiera y comercial para evitar la brutal concentración de la riqueza global en unas pocas manos, como ocurre en la actualidad, mientras las grandes mayorías se ven empujadas a sobrevivir con recursos a todas luces insuficientes.
Un estudio de la organización no gubernamental británica Oxfam apunta que en 2016 la mitad de los recursos del planeta estarán en poder del uno por ciento de la humanidad, y el resto debe repartirse en el 99% restante.
Los pobres son golpeados dos veces por las crecientes desigualdades, denunció la entidad, primero porque cada vez reciben una proporción menor de la riqueza mundial y, segundo, porque debido a que la desigualdad extrema perjudica el crecimiento, cada vez hay menos para repartir.
Para poner un ejemplo de estas desigualdades, en plena crisis mundial, cuando retrocedieron las economías y los indicadores sociales en muchos países en desarrollo, el capital financiero especulativo creo 37 nuevos multimillonarios sólo en 2013 y la riqueza de los empresarios de ese sector aumentó en 15 por ciento.
Mientras no cambien las reglas de juego, la miseria seguirá creciendo, con cumbres climáticas o sin ellas, a menos que el calentamiento global sea tal que termine por inflamar a las multitudes que, recuerden lo que decía Marx, lo único que tienen para perder, son sus cadenas.
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