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jueves, 27 de agosto de 2015

Los entresijos del programa migratorio de Donald Trump

El aspirante a candidato presidencial por el Partido Republicano de Estados Unidos presentó recientemente su polémico programa migratorio, un tema que comienza a entrar con fuerza en el debate electoral en el país norteño cuando falta más de un año para los comicios programados en noviembre de 2016.

Sin sorpresas, el magnate de las industrias inmobiliaria y del entretenimiento, propuso un proyecto basado en la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera con México, que tiene 3 200 kilómetros de extensión; la expulsión de todos los indocumentados residentes en Estados Unidos; así como poner fin al total de medidas ejecutivas que tengan como objetivo suavizar la situación de los inmigrantes sin la documentación adecuada.


por Guillermo Alvarado

Ese es el palo, y atado al mismo va la zanahoria dirigida al ciudadano medio norteamericano, usualmente poco versado en cuestiones políticas serias, a quienes intenta convencer de que con este plan estará protegiendo el empleo, los salarios y el nivel de vida de los sectores menos favorecidos.

En realidad este programa es una enorme tomadura de pelo porque en sus elementos sustanciales, y eso Trump debe saberlo muy bien, resulta impracticable, o simple y llanamente es ilegal de acuerdo con las normas vigentes en esa nación.

Empecemos por el muro, del cual debemos decir que ya existen en la actualidad varios tramos en las fronteras de California, Arizona, Nuevo México y Texas y constituye una gran vergüenza para los ciudadanos estadounidenses decentes.

Sería una verdadera locura extenderlo a todo lo largo de la línea de demarcación y, más aún, pretender que lo pague México, ya sea confiscando las remesas, aumentando el precio de las visas o modificando el Tratado de Libre Comercio, del cual también es socio Canadá, que difícilmente se sumaría a esa iniciativa.

En cuanto a la deportación total de los indocumentados, que son más de 11 millones de personas, se trata de una operación incosteable desde el punto de vista económico, político y humanitario que ningún país del mundo, ni siquiera la mayor potencia en la actualidad, podría darse el lujo de emprender.

Algo similar ocurre con la desarticulación del conjunto de medidas ejecutivas adoptadas para mejorar las condiciones de algunos grupos que viven allá sin papeles.

De hecho, ya algunos sectores del Partido Republicano expresaron su preocupación por los disparates del señor Trump, que podrían costar numerosos sufragios entre la población de origen hispano y de otros lugares del mundo.

¿Por qué insiste entonces en machacar sobre este tema? A nuestro juicio porque es un discurso que no está dirigido a los sectores pensantes, ni a los políticos más o menos avispados, sino a esa enorme masa amorfa, poco culta, influenciada casi por completo por la publicidad, cuyos valores no son fruto de la reflexión, sino de la propaganda, y que tan bien retrató el Premio Nobel de Literatura Sinclair Lewis en su novela Babbitt, que recomendamos leer, o releer, a quienes la tengan a mano.

Se trata, pues, de un discurso electoralista, pero muy irresponsable que puede causar serios daños entre la sociedad estadounidense y ya está perturbando las relaciones de ese país con sus vecinos inmediatos, los mexicanos, y el resto de la región.
Fuente:Radio Habana Cuba

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